lunes, 22 de abril de 2019

ESA MASCARA (Parte 1) by Mel-Gothic of Cancer


La noche caía lentamente sobre la Isla Andrómeda, el calor asfixiante poco a poco se transformaba en una helada brisa, dando paso a un frío sobrecogedor.

Para el joven que observaba el mar desde unos roqueríos esto no era nada sorprendente, después de todo, llevaba seis años viviendo en aquellas condiciones, seis años entrenando y luchando diariamente, soportando innumerables adversidades, sólo para obtener la codiciada armadura del santo de Andrómeda… ¿Sólo para eso?...no, su motivación era muchísimo más profunda, no era solo la armadura, sino que también la esperanza de lo que significaba volver con ella a su país.

- Lo logré Ikki… hermano pronto regresaré - dijo para sí en voz baja mientras observaba el océano y el firmamento.

- ¡Aquí estas Shun! ¿Por qué te fuiste de la celebración?-dijo una joven amazona acercándose al muchacho y sentándose junto a él.

- Lo siento June…. He pasado por muchas emociones hoy y….- no pudo terminar de contestar.

- Entiendo, deseabas estar sólo - dijo la chica, acto seguido intentó ponerse de pie para retirarse con un aire un poco molesto y no importunar más a su amigo.

- ¡No espera! ¡No me molestas! - respondió Shun cogiéndola del brazo para que no se marchara.

- ¿Seguro?- preguntó la chica a sabiendas que a él no le gustaba ningún tipo de discusión.

- Sí, quédate por favor - dijo el con una cálida sonrisa, petición ante la cual ella no pudo resistirse, regresó a su sitio y se quedaron por un instante en silencio, contemplando el familiar paisaje que los había visto crecer.

- Te marcharás mañana ¿verdad?- dijo la joven intuyendo la respuesta que el chico le daría.

- Sí, debo partir cuanto antes, debo regresar para ver a mi hermano Ikki - dijo Shun ensayando una sonrisa la cual murió al toparse con el rostro de su amiga, siempre cubierto por una máscara de metal la cual observó fijamente por unos segundos con extraña curiosidad.

- ¿Qué sucede?- dijo ella.

- No…nada - Shun desvió su mirada, a pesar de que estaba feliz por haber conseguido la armadura, y de que pronto vería a su hermano, sentía algo de tristeza por dejar la isla, la cual con el paso del tiempo se había transformado en su segundo hogar y donde se encontraba su segunda familia: su maestro a quien consideraba como un padre y su amiga June. Shun estaba seguro que extrañaría la presencia de ambos en Japón, después de todo fue June quien le dio ánimos y todo su apoyo durante su largo entrenamiento, fue ella quien curó sus heridas y en cierto modo cuidó de él cada vez que le daban una paliza descomunal, lo cual era el pan de cada día, ella y su maestro Albiore, quien le tuvo fe, una paciencia excepcional y además le enseñó todo cuanto sabía, constituían su única verdadera compañía.

Un ligero pensamiento escapó de su mente.

Si tan sólo pudiera ver su rostro una sola vez…- pero tan rápido como ese pensamiento surgió, el chico trató de mitigarlo, no, ¿que cosas pensaba?, era cierto que desde que la conoció que llevaba esa máscara puesta, pero eso no fue impedimento para forjar ese enorme lazo de amistad que los unía, y por otro lado estaba prohibido que un hombre viera el rostro de una amazona, y el no sería capaz de deshonrarla de esa forma, pero, de alguna manera sentía la urgencia de ver su rostro aunque fuera por una sola vez.

- ¿Qué se siente?- interrumpió June sus pensamientos.

- ¿Qué?- dijo Shun saliendo de sus cavilaciones.

- Ponerse la armadura por primera vez…dime… ¿Qué se siente?

- Bueno…yo…es…es una sensación indescriptible…me sentí por un instante totalmente invencible…como si una enorme energía fluyera desde mi interior, como si todo el universo estuviera dentro de mi.

- Vaya eso debe ser sorprendente, espero conseguir pronto mi propia armadura - dijo June mirando hacia el firmamento.

- Claro que lo lograrás June, eres una chica…- Shun recordó que esa palabra no debía usarse con ella - Lo siento, sólo quería decir que eres una amazona muy fuerte.

- No te disculpes, ya no me ofende que me digas que soy una chica…por mucho que esta máscara lo trate de disimular, es evidente, mi cuerpo, mi voz son cosas que no puede cubrir.

- ¿Nunca has deseado otro tipo de vida?, uno donde no…- Shun no terminó su idea.

- ¡No Shun!, no podría imaginar otra forma de vida que no sea esta, tu sabes que quedé huérfana muy pequeña, si no fuera por el maestro Albiore quién me encontró abandonada y se hizo cargo de mi ahora podría estar incluso muerta - Shun se sintió mal por aquel comentario, no quería herir a su amiga.

- Disculpa June no fue mi intención.

- Tranquilo Shun, no pasa nada. Oye, ésta es tu última noche en la isla, no deberíamos desperdiciarla con recuerdos tristes - dijo la amazona poniéndose de pie- regresemos a la casa del maestro - añadió, justo en ese momento Albiore apareció en aquel lugar.

- Oigan ustedes dos ¿qué hacen aquí? ¿No se supone que estábamos celebrando la victoria de Shun?- dijo con mucha seriedad.

- Lo siento maestro…yo…yo…- tartamudeó Shun al ver a su maestro tan serio, este último soltó una carcajada.

- ¡Relájate Shun! Soy tu maestro pero no es para tanto, ahora eres un caballero de Atenea somos compañeros de armas, ¡aaah! por cierto los otros invitados se marcharon al percatarse que desapareciste, pero no te preocupes les dije que estabas cansado y que te habías ido a dormir para marcharte temprano mañana.

- Gracias maestro - respondió Shun con algo de sentimiento de culpa.

- Por cierto lo olvidaba ¿les conté que conseguí un pastel para tu despedida Shun?

- ¡Queeeé! ¿Cómo lo hizo maestro?- dijeron Shun y June al unísono y muy asombrados.

La Isla Andrómeda era un lugar muy apartado, y por sus condiciones climáticas pocos osados se atrevían a vivir ahí, su población se conformaba únicamente por el caballero de plata Albiore de Cefeo, los aprendices de caballero que eran alrededor de nueve incluyendo a Shun y June, dos amazonas más y cinco chicos, y uno que otro habitante que aparecía huyendo de la pobreza y las temibles enfermedades que azotaban al continente africano, pero que luego se marchaban por el clima hostil de la isla. Una vez al mes aparecía un barco con provisiones y agua que era enviado por el Santuario, el resto corría por cuenta de Albiore, quien negociaba con los barcos extranjeros que pasaban cerca, dispuestos a traficar diversos tipos de productos y que normalmente se dirigían a lo que actualmente es Somalia, un país donde reina la piratería y la corrupción.

- Tengo mis pequeños métodos – dijo el maestro Albiore sonriendo como quien escondiese un gran secreto.

- ¿Seguro que no lo consiguió en el crucero que venía de Corea del Sur esta tarde?- preguntó suspicazmente June.

- Veo que no se te pasa ninguna cosa por alto June, me descubriste - contestó un apenado Santo de Cefeo- por eso te quedarás sin tu parte del pastel.

- Pero maestro no sea injusto, ya no somos niños - dijo Shun tratando de evitar que su amiga se quedara sin postre.

- Shun tienes razón, ya no son unos niños por eso el pastel me lo comeré yo - y diciendo esto, Albiore se marchó hacia su cabaña, Shun y June se miraron y luego corrieron tras él.

- ¡Maestro espere! – dijeron ambos.

Momentos después, los tres se encontraban en la cabaña compartiendo el trozo de pastel, June no comía, ya que como es sabido no podía quitarse la máscara delante de ellos. Esa sería la última vez que estarían los tres juntos, por ello la conversación poco a poco tomó un rumbo nostálgico, las horas habían pasado volando y sin darse cuenta el único reloj de la cabaña y de la isla dio las dos de la mañana.

- ¡Qué! ¡Son las dos! ¡Es muy tarde! - exclamó June - lo siento debo regresar a la cabaña de las amazonas- agregó tomando su trozo de pastel para poder comerlo a solas en su habitación.

- No es necesario June, hablé con Dafne y Helena, y dijeron que no había problema si te quedabas esta noche a dormir aquí - dijo Albiore - como cuando estabas más pequeña- sonrió.

- Maestro no era necesario - si pudieran haber visto su rostro bajo la máscara en ese momento, tanto Albiore como Shun habrían notado lo ruborizada que estaba la amazona, ella no vivía allí desde que inició su transformación de niña a mujer, antes compartía una habitación con Shun, pero después de este acontecimiento por el cual toda chica tiene que pasar, tuvo que trasladarse a una cabaña donde residían otras amazonas que habían llegado recién a la isla.

- Puedes ocupar mi habitación - dijo el maestro cortésmente.

- Pero y usted… ¿Dónde dormirá maestro?- preguntó la chica.

- Yo armaré una cama en el suelo - sonrió.

- Pero maestro ¿No dormirá incómodo?- dijo June preocupada.

- Puede dormir en mi cama maestro yo dormiré en el suelo - agregó Shun.

- Oigan me están tratando como un anciano y yo soy el máximo gobernante de esta isla, así que me harán caso, June dormirá en mi cama y Shun, tu tendrás un largo e incómodo viaje así que debes descansar, es una orden - Albiore habló con tal seriedad y tal convicción que los chicos no pudieron oponerse, conversaron un rato más y luego se fueron a dormir.

June cerró la cortina que separaba la habitación de Albiore con el resto de la cabaña, tomó su trozo de pastel y lo puso sobre una sencilla mesa de noche, luego se arrojó sobre la cama de espalda y miró el cielo de la habitación por unos minutos, estaba cansada, ese día no había sido difícil sólo para Shun, también lo había sido para ella. Le parecía increíble que aquel niño frágil y miedoso que había conocido hace seis años, que no le gustaba pelear y que era el blanco de las bromas pesadas de los otros aspirantes a caballero, tuviera ese cosmos tan poderoso que había sentido aquel día durante el ritual del sacrificio.

- Por un instante pensé que no lo lograrías Shun - dijo para sí, pensando en lo mucho que rezó para que todo saliera bien y él no muriese en el intento por conseguir la codiciada armadura- realmente me sorprendiste, pero eso no me consuela por que ahora… deberás irte de mi lado- lágrimas rodaban detrás de aquella máscara, que la chica ya no recordaba de cuando la usaba, parecía que habían pasado siglos de la última vez que pudo mirar el firmamento sin tener que ocultar su rostro de alguna persona, de pronto para June la máscara se hizo muy pesada, no la soportaba, la odiaba con todo su ser, ¿por qué debía renunciar a su feminidad? ¿Por qué debía ocultar su rostro de él, al chico que amaba con todo su corazón? A pesar de tener catorce años, ella tenía muy claros sus sentimientos hacia el muchacho, en parte quizás por que las mujeres maduraban a más temprana edad que los varones, y también por que a pesar de que habiendo niños de su misma edad en la isla, dispuestos a llamar su atención a sabiendas de que ella era una amazona, solo Shun con su forma particular de ser, fue capaz de llegar hasta el fondo de su corazón, derribando el muro invisible que ella había creado desde aquel día que había aceptado usar aquella máscara para convertirse en un santo de Atenea y llegar a protegerla algún día.

La humedad de sus ojos comenzó a molestarle, condujo su mano hasta su rostro y se quitó la máscara con cuidado dejándola a un costado de ella.

- Ni siquiera sé si soy correspondida - pensó - tal vez sea lo mejor no saberlo, si se lo pregunto cualquier respuesta solo traería más problemas - June se incorporó y caminó hasta un pequeño espejo que había en la habitación, la luz de la Luna que entraba desde la ventana daba directamente sobre él, la amazona se acercó y observó su pálido rostro y sus ojos azul zafiro, enmarcados por una extensa cabellera dorada.

- Si él viera mi rostro… mi verdadero rostro ¿le gustaría?- dijo a su imagen que la observaba del otro lado del espejo.
Pero no hubo respuesta, June sonrió para sí, a pesar de la tristeza que la embargaba.

- Solo una tonta hablaría con un espejo - dijo en voz baja mientras se sentaba en la cama y probaba su trozo de pastel.

- mmmm… esto está rico… muy dulce… como tú Shun - luego de terminar de comer, el cansancio venció a la chica, esta durmió profundamente hasta el amanecer.



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