El dolor en su corazón era enorme, había visto con sus propios ojos la muerte de su maestro a quien consideraba como a un padre, también la completa destrucción de su único hogar y ahora en ese mismo momento, estaba parada en frente del hombre que amaba tratando de evitar que este cometiera la locura de ir a pelear contra el Santuario, de que pereciera a manos de los temibles caballeros dorados.
Él por otro lado, estaba sorprendido de volver a verla portando la armadura de bronce del Camaleón, pero por el cosmos que ella desprendía notó que algo no andaba bien, y luego ella le reveló la cruel verdad, casi todos en la Isla Andrómeda incluido su buen maestro Albiore de Cefeo habían muerto por su culpa, por considerarlo un traidor ante el Santuario y para ello, habían enviado al cruel Milo de Escorpión a castigarlos arrasando con todo a su paso.
Después de que June terminara de contar lo sucedido se atrevió a formular una pregunta.
- Shun, ¿todavía piensas pelear contra los caballeros dorados después de oír esto?... no tienes ninguna oportunidad.
Ella tenía razón, pero desde que Shun había regresado de la Isla Andrómeda había pasado por muchas cosas, no podía fallarle a su hermano IKKi, ni tampoco a Seiya, a Shiryu y a Hyoga, sus amigos, ni mucho menos a Saori la verdadera reencarnación de Atenea.
- June perdóname… tengo que ir aunque mi oportunidad de vencer sea muy pequeña, además tengo muchos amigos que confían en mi- dijo con algo de pesar, pero plenamente conciente de su respuesta, ante lo cual la tristeza de la amazona poco a poco se fue transformando en ira.
- Todos morirán, ninguno regresará vivo ¿piensas ir? - preguntó por última vez creyendo que quizás el chico recapacitaría.
- Definitivamente - respondió Shun con la misma convicción que alguna vez usó para quedarse en la Isla Andrómeda y conseguir la armadura, pese a la insistencia de June para que abandonara el entrenamiento. La chica se convenció de que nada de lo que ella dijera lo haría cambiar de opinión, su corazón se encogió y la ira se apoderó de su cuerpo.
- ¿Por qué no me escuchas Shun? No quiero que mueras - acto seguido cogió el látigo de su armadura y se dispuso a atacar al chico, con el dolor de su alma.
- June - atinó a decir Shun, viendo la actitud de la amazona hacia él, no podía creer que ella, su mejor amiga lo estuviera atacando de verdad, el látigo golpeó la urna que llevaba el chico en su espalda provocando que ésta cayera, mientras unos fuertes azotes caían sobre el cuerpo de Shun.
- Shun no voy a dejar que vayas aunque tenga que hacerte daño, yo June de Camaleón no te dejaré ir - gritó la chica haciendo bailar su látigo frente a los ojos desconcertados del caballero de Andrómeda.
- June - volvió a repetir su nombre, con una vaga esperanza de que ella detuviera su ataque, pero no fue así, por el contrario el asalto continuaba, tal como aquella vez en el entrenamiento ella no había dudado en atacarlo, ahora lo hacía con su látigo convertida en un santo de Atenea luchando por protegerlo de lo que parecía ser una muerte segura, con la misma obstinación con que curaba sus heridas en la isla. El látigo danzante golpeó con fuerza un muro de concreto destruyendo una buena parte de este, no cabía ninguna duda de que todo iba muy en serio.
- June me alegra saber lo que sientes, pero por favor entiéndeme, como hombre hay momentos en que se debe luchar sin importar las probabilidades- debía convencerla a toda costa de no seguir peleando, no quería lastimarla y además debía llegar cuanto antes al aeropuerto para ir con sus amigos al Santuario.
- ¡No esperes que entienda eso! - dijo con rabia la chica capturando al mismo tiempo el brazo de Shun con su látigo por la muñeca, éste quedó completamente tenso, desde un extremo se encontraba una furiosa June dispuesta a todo con tal de evitar que Shun se marchara, y del otro extremo un confundido Shun quien no hallaba como detener esa situación sin lastimar a su amiga.
- Pero no eres tú con quien debo luchar - dijo más para si que para ella, pero no pudo evitar que la amazona lo escuchara.
- ¡Cállate! ¡Voy a detenerte aquí aunque tenga que romperte el brazo! - Shun no dudaba que ella lo haría, realmente era capaz, estaba entrenada para eso, a pesar de lo que pudiera sentir por él en ese momento, a pesar de lo que él pudiera decirle, si haciéndole daño evitaría que muriese, no se daría por vencida.
- Por favor entiende June - la tensión del látigo aumentaba, este comenzaba a lastimar la muñeca de Shun.
- ¡No quiero! ¡No voy a soltarte! - la chica estaba totalmente fuera de control, realmente era una guerrera letal, pero Shun se percató de algo que June ignoraba o simplemente la situación impedía que se diera cuenta de ello, en un combate el factor emocional era muy importante, él lo sabía por experiencia propia, y se notaba de lejos que ella no estaba bien, pensó que lamentaría lo que estaba por hacer, pero no había otra salida, debía cumplir su promesa y era mucho lo que estaba en juego.
- Lo siento June - pensó y luego miró a la amazona con mucha determinación.
- No puedes evitarlo - dijo con seriedad, para después aflojar la tensión del látigo, June perdió el equilibrio ante este movimiento; y en una fracción de segundo el chico jaló del arma con toda su fuerza arrojando a la amazona contra el suelo, al caer, la máscara se desprendió del rostro de June y rodó por el pavimento.
Shun se sintió dividido entre correr hacia la máscara y entregársela a su dueña o socorrerla a ella, pero al darse cuenta que la chica yacía aturdida en el suelo producto del golpe por la caída, su buen corazón no lo pensó dos veces.
- ¡June! - corrió hacia ella- ¡June!- dijo preocupado tomando a la chica entre sus brazos, fue entonces cuando cayó en cuenta de que había visto su rostro, el rostro de la mujer tras el frío metal de aquella máscara, aquel que desde hace tiempo había soñado con ver. June abrió lentamente sus ojos azul zafiro, Shun quedó embelesado por ese rostro tan bonito y esa mirada tan frágil.
- Siento haber sido tan terca Shun, pero es que no quiero que mueras- unas lágrimas humedecieron las mejillas de la chica, lo cual conmovió aún más al Santo de Andrómeda, en ese momento a June poco le importaba que él hubiera visto su rostro, la decisión no era difícil para ella, si antes lo había amado, ahora tenía mayor razón para hacerlo.
La amazona entre lágrimas abrazó a aquel chico, a aquel hombre, el primero en muchos años en ver quien realmente era. Shun quedó desconcertado, no creía lo que le estaba pasando, había visto el rostro de su amiga, realmente era hermosa, la onda de calor que sintió su última noche en la Isla Andrómeda volvió a recorrer su cuerpo, mientras la chica lo abrazaba.
- June - volvió a decir mientras correspondía al abrazo de la joven, convenciéndose de que todo aquello que había ocurrido era de verdad.
- Shun – las lágrimas parecían no querer detenerse para ella, por un instante, en medio de aquel abrazo, ambos sintieron y compartieron el dolor de su separación, el de la muerte de su maestro y el de la nueva partida de Shun sin saber con certeza si regresaría.
En ese momento fueron interrumpidos por la aparición de los caballeros de plata Reda y Spica, compañeros de entrenamiento en la Isla Andrómeda y antiguos rivales de Shun por la armadura, que también habían sobrevivido al ataque de Milo, y que ahora estaban al servicio del Patriarca del Santuario. Ellos venían por la cabeza del Santo de Andrómeda para llevarla como ofrenda a su nuevo líder, todo se volvió confuso para June, se sentía culpable, con toda seguridad ellos la habían seguido sin que pudiese percatarse de ello, estaba tan obsesionada con detener a Shun y ahora su amado moriría delante de ella, de la misma forma en que murió su maestro, pero esta vez por su propia negligencia.
Mientras los caballeros de plata arrinconaban al Santo de Andrómeda, June reunió las pocas fuerzas que le quedaban y como pudo alcanzó la urna con la armadura de Shun, trató de decirle que la usara, pero el frío Reda la golpeó sin piedad haciendo que cayera al suelo, Shun trató de ir en su ayuda pero los caballeros de plata no lo dejaron y lo ataron con cadenas, al igual que a la princesa Andrómeda de la mitología para matarlo, se burlaron de él y de la ironía de que muriera de la misma forma que su constelación guardiana, mientras que June rendida, aterrada de lo que veía y sin más fuerzas perdió el conocimiento.
En medio de los salvajes golpes que le propinaban sus atacantes, y justo cuando Shun comenzaba a rendirse aceptando su destino como Andrómeda, el recuerdo de su hermano Ikki acudió a su mente, debía ser fuerte, pelear hasta el final como un hombre y ser capaz de doblarle la mano a su destino, aunque hubiese nacido con mala estrella.
- ¡Mírame Ikki! – gritó a la vez que elevaba su poderoso cosmos para derrotar finalmente a los caballeros de plata, acto seguido corrió hacia June para ver como estaba, pidiéndole que fuera fuerte, la chica por un instante fugaz recobró el conocimiento para advertirle a Shun que en el lugar donde encontró muerto a Albiore había "una rosa roja", luego por el esfuerzo volvió a quedar inconciente.
Momentos después, Shun llegó al aeropuerto llevando a la amazona entre sus brazos, todos se asombraron por el retraso del chico y además por que había traído una chica con él.
Shun pidió que por favor cuidaran a June en la Fundación, ya que no tenía ningún hogar al cual pudiese regresar. Antes de entregar a June bajo la custodia de Tatsumi, quien se les uniría en el siguiente vuelo con los otros caballeros de bronce, observó el rostro descubierto de la chica, dormía y se veía tranquila, la mirada que Shun le dedicaba denotaba una profunda ternura.
- No te preocupes por mi June, regresaré – pensó, viendo el rostro de su amiga por última vez.
Luego de eso, dejando a la chica en Japón, partió con Seiya, Hyoga y Saori rumbo a Grecia, a luchar contra la tiranía de Ares en el Santuario, con la firme convicción de que le doblaría la mano al destino, y que regresaría para estar con su hermano y también con su dulce amiga, y así reconstruiría la isla que lo acogió y poder tener un nuevo hogar donde viviría con quienes amaba.
Lamentablemente la vida de un guerrero no es como realmente él desearía que fuera, claro que Shun cumpliría su sueño algún día, pero debería pasar mucho tiempo, muchas batallas y sinsabores para que sus anhelos se volviesen realidad, sólo que él en aquel momento no lo sabía.
Fin.
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