Aquella noche no era una ocasión especial o día que los hubiera incitado a llegar abrazados y deseosos hasta esa habitación.
Tan solo habían cerrado la puerta y ambos se devoraron ansiosos los labios como si en ellos se les fuera la vida.
Envueltos en un beso apasionado, sus pasos comenzaron a dirigirse hacia la amplia cama del chico. Ella, al sentir el borde del lecho, se dejo caer mientras él la seguía montando su cuerpo con ingenio, sosteniendo su peso con sus corpulentos brazos.
Inesperadamente los besos estaban de más, empezando en suaves e imprecisos movimientos empujando sus siluetas sobre la ropa. Y de instante, un golpe de cordura cayó sobre el caballero de mirada esmeralda, alejándose un par de centímetros de los rosados labios de la amazona.
—Espera June...—habló el joven anhelante mientras jugueteaba con la nariz de la dama— ¿estas segura? Si no quieres, lo puedo entender.
La rubia no tenia nada más que pensar; lo amaba y era el hombre más perfecto que la estremecía cada mañana. Su dulzura al mirar, su fino toque y la protección que le daba al estar entre sus brazos, eran suficiente para dar aquel gran paso en su larga relación. Sonrió traviesa sobre la cama y le conversó:
—Te amo Shun y estoy más que segura que es contigo con quien quiero estar.
Pronto el la había acorralado contra la cama, sosteniendo sus muñecas con delicadeza cuidando cada instante el no lastimarla. Ella al tenerlo justo al límite de su cara, se dejo envolver por la tierna mirada del caballero. Sus ojos esmeraldas sobre ella destellaban un brillo singular que la hacia enloquecer por la pureza que había detrás junto con sus largos mechones retozones. Conmovida, aproximó sus labios hasta los suyos dando una tierna caricia. Pronto la pasión se hizo presente y ella ansiosa, metió sus manos bajo la camisa del hombre sintiendo como se erizaba la piel ante el tacto y acto seguido; comenzó a descubrir la fornida espalda, despojándolo de la prenda.
— ¡Auch!—gritó June al sentir como un pedazo de su tez quedaba apretada sin querer entre el peso del caballero al acomodarse.
— ¡¿Te lastime? , perdóname June—dijo presuroso el caballero sonrojándose ante el incidente y expresando en sus facciones preocupación. La chica sonrió ante el gesto del hombre, pero no le permitió que se fuera de entre sus brazos.
—Un poquito, pero olvídalo—contestó divertida para seguir amando al hombre. Conforme a ello ,ella le callo´ la boca con besos dibujando un camino entre los delgados labios del japonés y su cuello, haciéndolo curvar ante el roce, mientras los largos dedos del hombre comenzaban a descubrir con lentitud su blusa.
Tan pronto finiquitó a sus manos, se encontró con el firme busto de la dama sintiendo como su cuerpo empezaba a respingarse y ella partícipe, comenzó a despojarle de sus prendas restantes. En aquellos momentos aun no había prisa a pesar de que le deseo aun los envolvía, si no era un juego tierno de paciencia y dedicación.
Al profesar el duelo piel a piel, ambos conservaron su tacto percibiendo los pequeños escalofríos que provocaba el estar expuesto uno al otro. Y a fin de consumar aquel acto, Shun se obsequió una última imagen del rostro de la rubia, aquel que en sueños imagino y del cual ahora podía sentirse completamente dueño, removiendo con inspiración los mechones rubios.
—Te amo June, te amo—murmuro el de mirada esmeralda mientras vencía la estrechez de la virginal piel de la amazona. Pronto se dibujo una mueca de dolor sobre el rostro de ella haciendo que el preocupado caballero, depositara un dulce beso y esperara paciente a que el cuerpo de la dama se amoldara a la sensación.
Tras unos segundos de incertidumbre, ella movió sus caderas en señal que estaba lista para retomar la aventura y él, nervioso, comenzó a moverse con delicadeza en ella.
Su pensamiento entonces se nubló ante la mágica sensación y deleite que causaban esas caricias delicadas. Sus cuerpos no padecían de frio pues ambos compartían un calor dichoso acompañado de la melodía de sus respiraciones. Para ellos todo era nuevo, aquel delicioso vaivén fundiendo sus cuerpos en uno solo y la forma en que su pensamiento se perdía en el cuerpo del otro, eran tan ajeno a todo lo que jamás conocieron, que los hacia aprovechar cada instante del efímero tiempo.
Con elaborado tacto, la besó sobre su busto haciéndola estremecer al sentir el aliento sobre si y minutos después de regodeo; en un impulso atrajo los muslos de la mujer hacia el, pues su cuerpo avivado traicionaba su razón. De momento, sus movimientos tímidos se había convertido en diestros y entre jadeos y caricias, ambos disipaban la sensatez.
El hombre posó con delicadeza sus manos sobre el pecho descubierto de la chica, mientras recorría con su boca un sendero sobre su cuello hasta su pecho y ella sumisa, consentía el errar en su cuerpo al japonés.
Fue entonces que al percibir que su cuerpo descubierto llegaría rápido a eclipsar, decidió detenerse para prolongar más aquella placentera tortura. Inesperadamente el caballero se levantó de la cama y le indico a la dama que le siguiera entre visuales encendidos.
Y apenas ella le accedió, caminaron encendidos por la pasión hasta llegar al tocador, guiándola con habilidad para acorralarla. Ella al sentirse aprisionada entre el mueble y el joven, enredo sus piernas sobre la virilidad del hombre mientras Shun con el compromiso sobre si, sostuvo con fuerza los torneados muslos de ella.
El caballero rió con timidez al ver la hermosa silueta de la dama reflejada en el espejo del tocador. Sus bellas curvas contrastantes con su larga cabellera cubriendo la firmeza de su espalda lo enloquecían.
Ella pasó sus brazos sobre el cuello del hombre, fundiéndose en un firme abrazo.
Sucesivamente el hombre depositó un suave beso sobre el oído de la rubia y tras hundir su rostro en el cuello de ella, comenzó por instinto a moverse en el interior de la dama, guiado por su ardor en cada movimiento. Podía escucharla gemir en cada embestida, era todo un gusto atenderla jadear su nombre mientras observaba su espalda arquear bajo el reflejo del espejo, incitándolo a la búsqueda de más.
—Shun...—repetía en suspiros entrecortados la rubia mientras él con sus manos dibujaba en la espalda de ella un apacible sendero.
De pronto una tensión sobre su columna le indico que el momento más alto de su agitación estaba por sucumbir. Se detuvo un momento y sin perder el contacto, la cargó de nuevo hasta el lecho, depositándola con sutileza.
Y tras depositar un dulce beso sobre sus labios, retomó su tarea de danzar sobre el cuerpo de ella. La razón se había nublado, envolviéndolos en un juego delicioso y delicado entre sus cuerpos arrebatados. Una fina capa de sudor caía sobre sus siluetas y en segundos inesperados, la placentera unión de ambos se denotó con sumisos espasmos en ambos amantes.
Ella gruñó jadeante el nombre de él tanto Shun se tumbaba a su lado con su corazón al borde de la locura, esperando recuperar la calma. El extendió su brazo incitándola a acercarse y ella cómplice, movió su figura hasta envolverse en los brazos del hombre.
—Te amo June—susurró Andrómeda, aspirando el aroma de los cabellos de la rubia con fineza mientras al apretaba con sus ultimas ganas hacia su cuerpo—quiero que siempre estés a mi lado.
—Yo también Shun, te amo.
Y tan pronto como se pronunciaron las palabras finales y los ojos se cerraron poco a poco de cansancio, la noche hermosa cubrió el manto tardío, regalándoles una silenciosa madrugada.
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